Las Horas.
Son las
horas las que quizás no te dejan pensar, una a una las ves pasar en ese viejo
reloj. Te consume la idea, pero no quieres dejarte llevar, ¿Otra vez no?, que tan lejos puedes correr,
si tus pies son solo pies, y el suelo se empeña en sujetarte.
Llévame, pero déjalo a él. Son las horas las que quizás no me dejen
pensar. No puedo hacer otra cosa que verlo avanzar, para luego retroceder. Ese
viejo reloj vuelve a empezar. Se empeña en decirme que es la misma la que ha de
comenzar, pero yo sé que no habrá otra igual.
Son las
horas las que quizás no te dejan pensar. Recuerda cuando las dejaste. En la
orilla, sí, en la orilla. No quisiste que el viejo reloj se moje. No quisiste que te acompañen al fondo del río.
Sumergido y en suspensión, sin nada bajo tus pies, te dejaste llevar. ¿Correr? No pudiste. Saliste. Quisiste algo
bajo tus pies. ¡Ya te lo dije!
Son las horas las que quizás no me dejen pensar. Lo veo
avanzar. Lo escondo bajo la manga, y siento como aprieta mi muñeca. Me retuerzo del
dolor, la veo y no lo creo. Mi mano toda arrugada ¿Cuándo se puso así? No
soporto más verla así. Corro la manga y nuevamenteloveo. El viejo reloj. Sus
agujas parecen haberse calmado, poco a poco lo van haciendo. Me pregunto
¿Cuántas más pasarán?
Ya te
lo dije. Son las horas las que no te dejan pensar.