lunes, 8 de mayo de 2017





REQUIEM PARA HORMIGAS


Vuelta a casa y ahí estaban.
Cadáveres colgando de las sábanas,
sobre la alfombra,
en los mosaicos,
arrollados sobre sí mismos
en la fría madera del piso.
Qué imagen, qué espanto, qué pena:
ayer tan vivas y hoy tan muertas.
Ayer inundando mi espacio, dueñas de todo,
irascibles, hincando sus dientes en mi carne,
demostrando poderío;
hoy pura ruina, pura destrucción.
Ayer silenciosas y letales.
Hoy solo silencio.
Hoy sólo cadáveres, cadáveres
desparramados por doquier.
Mi casa se ha convertido en un cementerio,
mi cama  en una tumba.
Las veo ahí, inertes y me parece surrealista
.
Trato de reconstruir sus últimos minutos, lo hago,
pero apenas puedo: todo es tan confuso...

Recuerdo el dolor, el pánico,
las corridas, la llamada,
el resoplido constante,
susurros y nada.
Después de eso nada.
¡Ah! sí, la huida, la necesaria huida
que ese vértigo y esas náuseas me generaban...
 quizá hubiese una imagen más en el medio de ese caos,
es posible,
pero es inútil, esta velada.
Ayer... 
sólo sé que  no volví la cabeza atrás.

Hoy me dirigí temerosa a ver qué había quedado.
Solo encontré olor a muerte y a veneno.
Y cadáveres.
Y también silencio, interrumpido por una gotera en la cocina.
Supe que volví a limpiar la escena
en cuanto me paré en el marco de la puerta
y aprecié el desastre.
-No es tu culpa-
me dije.
-No lo es.
No lo es.
-No lo sé.

Envuelvo sus cuerpitos duros en las sábanas,
y mientras lo hago, el desastre:
entre los lienzos, de repente, 
una sobreviviente
testigo de la matanza.
Y entonces el pánico de quedar en evidencia,
tiemblo, me desespero,
-¿Qué hago?
¿Qué hago?-
 Se desata la locura y  el sadismo
y la termino,
con mis propios dedos...

-Sí...
Sí.
Es el fin. 
La reúno con sus hermanas,
en un acto solemne de piedad
para que no se sienta sola...
Con mis propios dedos.

Y ya está. Eso es todo.
O casi.

Como acto postrero, dos:
las devuelvo a la tierra,
para que desde donde sea que estén,
vean que no soy rencorosa;
les escribo un réquiem,
para que tampoco ellas

me guarden rencor.

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